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Conflictos emocionales y biológicos en la vejez

En la vejez, como en toda la vida, experimentamos múltiples cambios. Pero son más drásticos en esta última etapa. Y es por ello que en esta nota hablaremos de los conflictos emocionales y biológicos en la vejez.

El envejecimiento implica una transformación, tanto, física como emocional. La cual es inevitable e irreversible, y que nos hace más vulnerables y frágiles a medida que nos acercamos al fin de nuestra existencia.

No hay una única teoría de por qué envejecemos, y cada persona lo hace de manera distinta. Pero lo cierto es que, todas las células, y por tanto, todos los tejidos y órganos del cuerpo cambian con la vejez.

Los órganos cambian de forma progresiva y su funcionamiento disminuye. También se ve afectada la capacidad de responder a eventos estresantes o al aumento de las necesidades corporales. Por lo que se hace más difícil recuperar el equilibrio interno.

El desgaste de huesos y articulaciones puede dar lugar a limitaciones en el movimiento. Mientras se producen también cambios hormonales  y pérdida de masa muscular, al igual que de grasa y agua corporal.

La función respiratoria también es diferente en personas mayores y también se producen cambios en el sistema cardiovascular que disminuye la tolerancia al ejercicio y puede provocar la aparición de arritmias.

Los cambios en la piel son los más evidentes. Pues la pérdida de grasa subcutánea y colágeno da lugar a la aparición de la flacidez y las arrugas. Mientras que en el cabello suelen aparecer las canas.

Algunas personas conservan mejor sus funciones mentales que sus habilidades físicas y otras al revés. También algunos llevan mejor la vejez que sus congéneres de la misma edad. Pero la adecuada gestión emocional en esta etapa resulta beneficiosa para todos.

Estudios demuestran que la habilidad para manejar emociones mejora después de los 60 años | Pixabay

Las emociones en la vejez  

En la vejez como en toda la vida, la apropiada gestión de las emocionas nos aportará salud y bienestar. De allí la importancia de llegar a mayor con la mayor flexibilidad e inteligencia emocional posible. A fin de conservar el optimismo y la esperanza.

Investigaciones han demostrado que la cultura oriental, donde prevalecen la serenidad y la actitud positiva y expresividad emocional, las personas son más longevas y felices. Lo que sugiere la importancia de potenciar y educar nuestras emociones en todo nuestro ciclo vital.

Cabe destacar que, a pesar del declive físico y cognitivo, estudios indican que la habilidad para manejar las emociones, así como la capacidad de reconocer los sentimientos propios y de los demás mejora luego de los 60 años.  

En general, los adultos mayores están más conectados con sus emociones positivas.  Pues la experiencia les ha enseñado que el bienestar depende, en gran medida, de enfocarse en el momento presente con aceptación, serenidad y positivismo.

Aprender a gestionar nuestras emociones de la manera correcta nos ayudará a estar más preparados para le vejez. Porque nos permitirá tener más herramientas o recursos emocionales para esa etapa final.

Es cierto que existe también un alto porcentaje de ancianos que sufren aislamiento y soledad. En cuyo caso la participación de la familia y la sociedad en general es fundamental para brindarles la atención y el acompañamiento profesional e integral que necesitan.

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